Reproducimos un artículo muy
interesante y publicado el 2 de abril 2012 por el ABC, por otro lado, es perfectamente
válido para Edimburgo así como para cualquier otra zona del Reino Unido. El
artículo en cuestión recoge los problemas, errores y las medias verdades de los
programas de televisión del tipo “Españoles por el mundo”. Este tipo de programas crean
lamentablemten, en algunas personas unas falsas expectativas laborales en los países destino.
Hemos indicado mil veces desde este blog que si
una persona quiere ir a Edimburgo a trabajar, antes debe de tener un buen nivel
de inglés. Si no lo tiene, hay disponibles unos cursos de inglés en Perth del tipo subvencionado y de dos
meses de duración, a unos precios muy económicos y si se matricula por mediación de Caledonian Way además obtiene un descuento adicional del 10%. Un vez tenga un nivel aceptable de inglés, podrá afrontar con cierto éxito la búsqueda de empleo pero mientras
tanto...
Lo mejor es que cada uno saque sus propias conclusiones después de la lectura del artículo en cuestión.
Lo mejor es que cada uno saque sus propias conclusiones después de la lectura del artículo en cuestión.
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No es
Laponia todo lo que reluce
La región que se extiende por
el norte de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia no es exactamente ni la meca de
la flexibilidad laboral ni el mejor destino para españoles en busca de empleo
Desde Madrid hasta Rovaniemi, la capital
finlandesa de Laponia, hay una distancia superior a los 4.000 kilómetros.
Aunque durante esta semana, a través de la procelosa geografía comparativa de
los mercados laborales, muchas conversaciones cerveceras y parte de la
imaginación popular en España se han aproximado más que nunca hasta el extremo
norte de Europa tras haber sido elevada a meritorio arquetipo de flexibilidad en el trabajo por el dirigente
empresarial, José Luis Feito. Según la argumentación del responsable
de la comisión de economía y política financiera de la CEOE, un parado en los
países nórdicos deja de ser subsidiado cuando rechaza un trabajo «aunque sea en
Laponia».
Los atlas dicen que Laponia es la región ártica
que se extiende por el norte de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia. José Luis
Feito ha añadido que «es un sitio muy bonito, con trabajos intensos de
temporada que están bien remunerados». Y en plan «National Geographic», hay
que decir que Laponia ha estado habitada desde hace miles de años por la
minoría Saami, también conocidos como los Lapp. Un estoico pueblo nómada en
búsqueda de los mejores pastos para sus rebaños de renos. Aunque todas esas bucólicas
y navideñas estampas protagonizadas por menos de 100.000 indígenas ahora
incluyen a una población mucho más mezclada, numerosa y dedicada a
explotaciones agropecuarias permanentes, minería, pesca y otras operaciones
industriales.
Un recorrido por las diferentes embajadas ante
España de los países que comparten el territorio de Laponia confirma que las
condiciones laborales no son tan extremas como los 30 o 40 grados bajo cero de
un imperdonable invierno en las proximidades del polo norte. Si empezamos por
Finlandia, la regla es que efectivamente un parado está obligado a aceptar
una oferta de trabajo pero dentro de un perímetro máximo de ochenta
kilómetros con respecto a su domicilio. Si dice que no, en virtud de un castigo
administrativo perderá hasta 90 días del subsidio de paro finlandés que
normalmente se prolonga durante 500 días.
Lógico y
humano
La legislación vigente en Finlandia reconoce
toda una serie de limitaciones «lógicas y humanas» a la movilidad geográfica de
los desempleados más allá de la barrera de los ochenta kilómetros: desde el
derecho a recibir ofertas vinculadas a la formación y experiencia de cada
trabajador, hasta el acceso a una vivienda adecuada pasando por el respeto al
arraigo familiar o al hecho de tener familiares dependientes.
Con todo, las fuentes finlandesas consultadas
por ABC reconocen
que no hay comparación posible entre sus regulaciones de su mercado de trabajo
y la rigidez laboral que ha tenido España hasta ahora, sobre todo en
materia de compensación por despidos y convenios sectoriales. También les llama
mucho la atención la beligerancia entre sindicatos y patronal como punto de
partida frente a su mentalidad más proclive a buscar soluciones entre todos.
De hecho, en Finlandia, no existen
indemnizaciones para despidos motivados por las dificultades de una empresa.
Solamente el derecho a un preaviso en función de la antigüedad de los
trabajadores afectados. Lo que sí existe en Finlandia —y ha resultado clave a
la hora de hacer frente a la actual crisis— es la posibilidad de recurrir a
suspensiones temporales de empleo como alternativa a los despidos.
Durante esos períodos, los trabajadores en
suspensión reciben en torno al 75 % de sus salarios. El dinero sale de fondos
de desempleo sectoriales y una pequeña aportación que proviene de las arcas
públicas. Esta herramienta les ha permitido sortear el batacazo que supuso
perder hasta un 8% de su PIB en 2009 sin haber incurrido en una sangría de
número rojos.
En Suecia, la Oficina Nacional de Empleo
(Arbetsförmedlingen) confirma que el perceptor del subsidio de paro (300 días
de cobertura como máximo, y 150 días adicionales para padres con hijos menores)
tiene que estar «dispuesto a aceptar un trabajo apropiado» con riesgo de
diversas sanciones en caso de rechazar una oferta. Aunque también existe la
correspondiente letra pequeña de razones válidas para que un parado pueda
plantarse sin represalias: cierto respeto a su capacitación y experiencia,
impedimentos médicos, responsabilidades familiares, distancias y disponibilidad
de viviendas «razonables», o que el salario ofrecido sea inferior al 90 % de la
prestación recibida por desempleo.
En Noruega, es verdad que existe la obligación
teórica de que los parados acepten cualquier trabajo, en cualquier sector y
lugar bajo pena administrativa de perder una parte de sus prestaciones si no
son capaces de argumentar una causa razonable. Pero esa regla, con sus
salvaguardas de ofertas relacionadas con la formación y experiencia de cada
trabajador, queda invalidada ante una tasa de desempleo que ronda el 3 %. Cifra
que refleja más bien a trabajadores en el proceso de cambiar de empresa.
Espejismos
«por el mundo»
Esta situación de pleno empleo en Noruega ha
logrado entusiasmar a un cierto número de españoles. Las fuentes consultadas
lamentan el impacto de programas de televisión con el formato «… por el mundo»
que han generado unas expectativas muy poco reales entre españoles dispuestos a
emigrar. El resultado es un contingente, sobre todo de jóvenes, que llegan
con muy poco dinero, sin formación y sin saber tan siquiera inglés, mucho
menos una complicada lengua germánica como el noruego. Y cuando exigen ayudas,
la respuesta es que se vuelvan a su casa de la misma manera que han venido: con
Ryanair por 15 euros.
Como explica José Mijares, un español que opera
su propia empresa en la parte noruega de Laponia, «nosotros hemos salido en
varios programas de esos, incluso esta misma semana y cuando escucho lo que
dice la gente me quedo alucinado». Según el empresario, «la gente en España
otorga credibilidad a fantasmones que están mintiendo o que no dicen toda la
verdad. Se junta el hambre con las ganas de comer. Cuando están diciendo de
cara a la galería que han ganado 4.000 euros al mes no dicen las horas, los fines
de semana, las noches que han trabajado. Ni tampoco reconocen lo que les cuesta
un alquiler, el transporte o el copago de 30 euros para ver un médico en la
sanidad pública».